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martes, 22 de mayo de 2018

Jorge IV del Reino Unido






El primero de los quince hijos que tuvieron el rey Jorge III del Reino Unido y su esposa Carlota vino al mundo en el palacio de St James el 12 de agosto de 1762, justo once meses después del matrimonio de sus padres. Automáticamente se le concedieron todos los títulos correspondientes al heredero al trono puesto que era el varón primogénito. 

Desde la tierna infancia Jorge demostró que tenía una gran inteligencia. Aprendió latín, griego, música, arte y consiguió hablar fluidamente alemán, francés e italiano. Era un buen estudiante y se perfilaba como un muchacho atractivo aunque con tendencia a la obesidad. Por desgracia no tardaría mucho en cambiar de rumbo. 

Cuando llegó a la mayoría de edad y como príncipe heredero que era, el Parlamento le concedió una asignación de 60.000 libras anuales a las que se unirían las 50.000 que le otorgó su padre, cantidad más que suficiente para vivir con lujo. También se le proporcionó, como residencia propia, el palacio de Carlton House. Seria en este palacio donde empezaría su decadencia moral. 

Lo primero que hizo al instalarse en su nueva residencia fue encargar al arquitecto Henry Holland su remodelación, gastando en ello una fortuna. Le gustaban mucho las mujeres y no le importaba pagar grandes cantidades de dinero para obtener sus favores. Se dice que a cada mujer con la que se acostaba le cortaba un mechón de cabello y lo guardaba en un sobre con el nombre de la dama en cuestión. Parece ser que en el momento de su muerte se contaron más de 7000 sobres. 

A Prinny, éste era el nombre por el que era conocido entre sus amistades, le gustaba la ropa y estaba obsesionado con parecer elegante no importándole el dinero que tuviera que dilapidar en conseguirlo. Como por aquel entonces el paradigma de la elegancia era un joven al que llamaban el “ Beau Brummell “ , añadió a su grupo de amigos a este personaje con la intención de que lo convirtiera en un dandy, su máxima aspiración. 

Mary Anne Fitzherbert - George Romney

Su disoluta vida le llevó a contraer grandes deudas que al principio eran sufragadas por su padre. Fue entonces cuando conoció a la que sería su gran amor: Mary Anne Fitzherbert. Ella era una mujer hermosa, seis años mayor que el príncipe, viuda por dos veces y católica. No se conformaba con convertirse en su amante y Prinny se casó con ella en secreto ya que la Ley de Matrimonios Reales de 1772 obligaba a Jorge a pedir el permiso del Rey para contraer nupcias y su padre no estaba dispuesto a aceptar el matrimonio con una católica. 

Aprovechando que las deudas del príncipe continuaban aumentando el rey Jorge III le comunica que no va a ayudarle a salir de ellas a menos que acepte casarse con su prima, Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel, que en aquel momento era políticamente interesante para el Reino. Como las deudas le ahogaban, no tuvo más remedio que plegarse a los deseos paternos. El Parlamento aceptó el pago de los débitos del príncipe y el rey le ofreció una asignación mayor para cubrir sus necesidades. Su matrimonio secreto fue anulado. 

Los contrayentes se conocieron tres días antes de la boda y ninguno quedó satisfecho. Ella era fea, de baja estatura, oronda y sin un ápice de elegancia en sus modales y él bastante más obeso de lo que indicaban sus retratos.

El día de la boda Jorge apareció borracho en la ceremonia y a decir de su recién estrenada esposa permaneció borracho durante toda la noche. En cualquier caso el príncipe - a pesar de su borrachera - debió cumplir con sus deberes conyugales puesto que nueve meses después nació la hija de ambos. Una vez se produjo el nacimiento la pareja se separó de hecho. Él volvió con Lady Jersey, que en aquel momento era su principal amante, y ella busco consuelo en los brazos de cualquiera que se atreviera a ser su amante. 

Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel - Thomas Lawrence

El rey Jorge III padecía una enfermedad hereditaria con afectación neurológica - hoy sabemos que se trataba de porfíria - y sufrió un brote de demencia en 1788. El Parlamento inicio los tramites para votar una Ley de Regencia, que finalmente y ante la mejoría del Monarca no fue aprobada.

Distintos brotes de la enfermedad aparecerían durante los siguientes años pero el Rey lograba recuperarse de ellos aunque con cada uno de los que sufría se iba deteriorado más. Finalmente, en 1811, su demencia era de tal magnitud que tuvo que ser recluido en el castillo de Windsor y el  Parlamento nombró Regente al príncipe Jorge. 

A pesar de que durante el periodo de Regencia ocurrieron hechos de singular importancia, como el inicio de la Emancipación Católica, la guerra contra Francia y la victoria de los ingleses en la batalla de Waterloo, podemos afirmar que por lo que verdaderamente se conoce a este periodo en el Reino Unido es por la creación del estilo Regencia.

Prinny encargó a su arquitecto favorito, John Nash, la remodelación del Palacio de Buckingham, la creación de Regent's Park, de Regent Street y de Marble Arch entre otras edificaciones y ya fuera de Londres su obra más extravagante: Brighton Pavilion. Fue ésta una construcción inspirada en el Taj Mahal por expreso deseo del príncipe que deseaba un palacete de estas características en la playa. 


Brighton Real Pavilion.

Hay que reconocer que a Jorge le gustaba el arte y promovió a artistas como John Constable y Thomas Lawrence. Siendo ya rey apoyó también la fundación de la National Gallery. 

Las relaciones con su esposa eran ya inexistentes. Carolina, que también llevaba una vida licenciosa, había sido acusada de adulterio, se le habían restringido las visitas a su hija y se había visto ninguneada socialmente. Finalmente, y una vez que se le hubo prometido una abultada renta, había abandonado Gran Bretaña y se había establecido en Italia. 

Jorge III muere en 1820 y como consecuencia Prinny, pasa a convertirse en el Rey Jorge IV. Como todo en él tenía que ser ostentoso, su coronación también lo fue y se gastaron en ella un millón de libras. 

Todo estaba preparado para la gran fiesta, cuando apareció en escena su esposa Carolina que deseaba ser coronada y se consideraba con derecho a ello. Advertida la Guardia Real se le negó el paso por todas las entradas y finalmente Carolina, humillada, tuvo que desistir de su empeño. Esa misma noche enfermó y murió pocas semanas después para descanso del nuevo Rey.  Ante lo "oportuno" del suceso se llegó a decir que había sido envenenada. 

Banquete de la Coronación de Jorge IV


Jorge IV, cada vez más obeso, se había refugiado en el castillo de Windsor, aunque desde allí se entrometía cuanto podía en la política de su país. 

Ocho años después de su coronación comienza a sufrir dificultades respiratorias. Sólo podía dormir medio sentado y apoyado en varios almohadones. Sus piernas edematosas y duras llevaban a sus médicos, Henry Halford y Matthew Tierney entre otros, a recomendar sangrías y pinchazos en los miembros inferiores para disminuir la retención liquida. Su salud poco a poco se fue deteriorando hasta que en 1830 la insuficiencia cardiaca congestiva que sufría le provocó la muerte. Era el 26 de junio de 1830. 

Este rey caprichoso, mujeriego compulsivo, adicto a la comida y a las fiestas, dilapidador, arrogante y prepotente no provocó ningún sentimiento de pesar y ninguna lagrima brotó de los ojos de nadie cuando murió. Eso es al menos  lo que publicó el periódico The Times al día siguiente de su muerte. 

Fue enterrado en la Capilla de San Jorge de Windsor.

viernes, 4 de mayo de 2018

Alberto I de Bélgica







Alberto ocupó el trono de Bélgica por una carambola del destino. Cuando nació en 1875 su tío Leopoldo II - de infausto recuerdo - ya ocupaba el trono y aunque no tenía hijos varones vivos que pudieran sucederle, por delante de Alberto en la linea de sucesión estaban su padre y su hermano mayor. La muerte de ambos lo convirtió en Rey en 1909, cuando falleció su tío. 

Cursó estudios en la École Militaire de Bruselas y con el paso del tiempo se fue convirtiendo en un hombre introvertido y estudioso al que interesaban las personas, sus vidas y sus preocupaciones y en especial las personas de la clase obrera. En bastantes ocasiones se mezcló de incógnito con el pueblo llano para conocer de primera mano sus aspiraciones. 

Durante unos funerales a los que había acudido representando a su padre conoce a Isabel Gabriela de Baviera, una sobrina de la famosa Sissi, y Alberto se enamora perdidamente de ésta hermosa princesa que además era inteligente, brillante y estaba llena de alegría. También ella se enamoró de él, y así lo demuestran las numerosas cartas que se escribieron. Contrajeron matrimonio en octubre de 1900.





Los príncipes se complementaban perfectamente, el carácter introvertido de él se contrarrestaba con la vivacidad de ella. Ambos eran cultos y a los dos les gustaba rodearse de escritores, músicos, artistas, científicos y filósofos. Ambos se sentían comprometidos con la sociedad, en especial con la clase social más vulnerable. 

En 1909 fallece ese terrible hombre que fue Leopoldo II y Alberto, puesto que ya había muerto su padre, sucede a su tío como rey. Los nuevos monarcas tenían ya tres hijos: Leopoldo, Carlos y Maria José. 

En ese mismo año de su ascenso al trono Alberto visita el Congo Belga y cabe suponer que, a pesar de que ya había pasado lo peor, se horrorizaría con las condiciones de vida de los indigenas a los que su tío había esclavizado puesto que, a su regreso a Bruselas, exigió al Gobierno un cambio radical en el trato a los congoleños  recomendando también la construcción de una red de ferrocarriles en la colonia. 

En Europa corría un viento hostil y el belicismo inundaba el ambiente. En 1913, Alberto, decide realizar una visita diplomática a Berlin. Durante la misma el propio emperador alemán, Guillermo II,  le informaría de su intención y la de su gobierno de invadir Francia y de hacer pasar las tropas alemanas por suelo belga. 

Cuando Alberto regresa a Bruselas, y ante la inminencia del conflicto bélico, refuerza su ejercito, incrementa el efectivo de tropas e instituye el servicio militar obligatorio. Al mismo tiempo informaría al gobierno francés de los planes de Alemania. 



Finalmente la Primera Guerra Mundial estalla, era el 28 de julio de 1914. El Gobierno belga con su Rey a la cabeza se niega a permitir el paso de las tropas alemanas hacia Francia. Como consecuencia el 4 de agosto de ese mismo año Alemania declara la guerra a Bélgica. 

Alberto se colocaría al frente del ejercito de su país, bajo las ordenes del general francés Foch, quien había sido nombrado jefe del operativo de las tropas belgas. Después de duras batallas los alemanes habían ocupado casi todo el país obligando a Alberto a replegarse al sudoeste de Flandes. Allí resistió cerrando el avance alemán hacia Calais y Dunkerque y permitiendo así que los aliados se prepararan para lo que sería su primera victoria: la batalla del Marne.

Mientras esto sucedía su esposa, la reina Isabel - una vez hubo puesto a salvo a sus hijos en Inglaterra  - también se desplazó al frente y en él, trabajando como enfermera, organizando hospitales de campaña, alentando a los médicos y elevando la moral de las tropas pasó la joven Reina los años de la guerra.




Al final de la contienda la labor diplomática de Alberto se hizo notar. Tras el tratado de Versalles, Alemania tuvo que pagar a Bélgica cuantiosas cantidades en concepto de reparación de los daños causados. Alberto lideró hasta el día de su muerte los trabajos de reconstrucción de un país que había quedado arrasado. Apoyaría también la reindustrialización y potenciaría de manera especial la flota mercante. 

Entre todas las cosas buenas realizadas por Alberto I cabría destacar el haber sabido inculcar en los belgas un sentimiento de orgullo por su país.Todas las fuerzas políticas de Bélgica aceptaron siempre el arbitraje del Monarca en todos los asuntos graves y delicados, conscientes como eran de que el único interés del Rey era Bélgica. Los belgas, como ocurría en todos los países que habían pasado una guerra, sabían y apreciaban el valor de la paz. 

Alberto siempre fue un gran deportista y era muy aficionado a los deportes de riesgo. El alpinismo le apasionaba y lo practicaba con regularidad. El 17 de febrero de 1934 había acudido a realizar una escalada a Marche-les-Dames, cerca de Namur. Iba solo, su escolta le esperaba abajo. Ante su tardanza, el escolta se decidió a dar aviso, acudieron en su busca aldeanos voluntarios y guardabosques pero lo único que hallaron a las 2 de la madrugada fue su cadáver con una gran herida en la cabeza. 

Dado que era un experto alpinista se desataron las especulaciones y se llegó a decir que había sido asesinado, que la muerte se produjo en otro lugar y que su cadáver había sido trasladado hasta allí. Las investigaciones no fueron concluyentes, no se supo si se precipitó al vacío al desprenderse una roca o si la cuerda que lo sujetaba se soltó. 

El lugar se convirtió en sitio de peregrinaje y muchos de los que hasta allí se acercaban cogían hojas o piedras para guardarlas como recuerdo. Uno de esos recuerdos eran unas hojas de árbol que presentaban unas manchas que parecían de sangre. 




En el año 2014 un periodista flamenco adquirió las hojas y un primer análisis de las mismas demostró que las manchas eran de sangre humana. Posteriormente el genetista forense Maarten Larmuseau y sus colegas de KU Leuven compararon el ADN de la sangre encontrada en las hojas con la de dos parientes lejanos del rey belga: el rey Simeón II de Bulgaria y una baronesa alemana. Su análisis confirma que la sangre pertenecía a Alberto I. Esta conclusión demuestra al menos que el Monarca murió donde se halló su cuerpo. 

Su muerte produjo una gran conmoción y un gran dolor. El pueblo belga sentía por su Rey un gran cariño, una enorme admiración y mucho respeto.  

Sus restos recibieron sepultura en la Cripta Real de la Iglesia de Nuestra Señora de Laeken, en Bruselas.